Los doce apóstoles desempeñaron un papel importante en la vida y el ministerio de Jesucristo. Estos discípulos elegidos no sólo fueron testigos de Sus enseñanzas y milagros, sino también receptores de instrucciones y orientaciones específicas del propio Jesús. En este artículo, exploraremos las profundas palabras pronunciadas por Jesús a los doce apóstoles, mostrando su importancia y relevancia para su misión.
La Llamada de los Doce Apóstoles
Cuando Jesús comenzó su ministerio terrenal, llamó a doce individuos para que fueran sus seguidores más cercanos y apóstoles. Cada uno de ellos fue elegido con un propósito específico y se le confió un papel único en la difusión del mensaje de amor, salvación y redención. Profundicemos en las palabras que Jesús pronunció durante esta llamada.
Jesús dijo a Pedro, también conocido como Simón: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). Estas palabras consolidaron el papel de liderazgo de Pedro entre los apóstoles y pusieron de relieve la fortaleza y fidelidad de la Iglesia, incluso ante la adversidad.
Instrucciones para el ministerio
Cuando Jesús se preparó para enviar a sus discípulos a proclamar la Buena Nueva, les dio instrucciones específicas y palabras de sabiduría. En Mateo 10, Jesús dio a los apóstoles autoridad sobre los espíritus malignos, las enfermedades e incluso la muerte. Les animó diciendo: «Gratis lo habéis recibido; dadlo gratis» (Mateo 10:8). Estas palabras les recordaron la gracia y las bendiciones que habían recibido de Él, instándoles a compartirlas con los demás desinteresadamente.
Además, Jesús advirtió a los apóstoles de los desafíos que podrían encontrar durante su ministerio, proclamando: «Os envío como ovejas en medio de lobos» (Mateo 10:16). Reconoció el entorno hostil al que se enfrentarían, pero les aseguró la protección y la guía divinas, aconsejándoles que fueran prudentes e inocentes en sus tratos.
La Gran Comisión
Uno de los mensajes más destacados e impactantes que Jesús impartió a los apóstoles se conoce como la Gran Comisión. Justo antes de ascender al cielo, Jesús ordenó a Sus discípulos: «Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado» (Mateo 28:19-20).
Esta comisión reiteró la responsabilidad de los apóstoles de difundir el Evangelio, bautizar a los creyentes y enseñarles los caminos de Cristo. Estas instrucciones sentaron las bases para el establecimiento y crecimiento del cristianismo, destacando la importancia del discipulado y la transmisión de las enseñanzas de Jesús a través de las generaciones.
Palabras de aliento y apoyo
Además de órdenes e instrucciones, Jesús ofreció palabras de aliento y apoyo a Sus apóstoles. Antes de Su crucifixión, Jesús les dijo: «En este mundo tendréis problemas. Pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Estas palabras tranquilizadoras les proporcionaron consuelo y fuerza, recordándoles que podían encontrar consuelo en Él en medio de cualquier adversidad que tuvieran que afrontar.
Jesús también aseguró a los apóstoles la venida del Espíritu Santo, afirmando: «Pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14:26). Esta promesa les dio la confianza de que recibirían la guía y la revelación divinas incluso después de Su partida.
Conclusión
Las palabras pronunciadas por Jesús a los doce apóstoles no fueron meras instrucciones, sino una guía profunda para su ministerio y su legado. Desde su vocación inicial hasta la Gran Comisión y la promesa del Espíritu Santo, estas palabras capacitaron a los apóstoles para cumplir sus funciones vitales como mensajeros de la Buena Nueva. Hoy, sus enseñanzas y las palabras de Jesús siguen inspirando y guiando a millones de creyentes de todo el mundo.