En el Nuevo Testamento, Jesús tenía un grupo de doce discípulos, comúnmente llamados apóstoles, a los que seleccionó para difundir sus enseñanzas y llevar a cabo su misión. Entre estos apóstoles, cuatro fueron elegidos justo al principio del ministerio de Jesús. Estos cuatro apóstoles fueron cruciales para sentar los cimientos de la fe cristiana. Profundicemos en los nombres y el significado de estos cuatro individuos.
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Pedro: La Roca de la Iglesia
Pedro, también conocido como Simón Pedro, ocupó un lugar destacado entre los apóstoles y desempeñó un papel significativo en el cristianismo primitivo. Nacido en Betsaida, Pedro era pescador de profesión antes de ser llamado por Jesús para convertirse en «pescador de hombres»
Jesús vio un gran potencial en Pedro y lo consideró un líder entre sus discípulos. De hecho, Jesús dio a Pedro el nombre de «Roca» y declaró: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». (Mateo 16:18). Muchos consideran este versículo como una declaración fundacional sobre el establecimiento de la Iglesia cristiana.
Pedro fue testigo de muchos momentos cruciales del ministerio de Jesús, como la Transfiguración y el Huerto de Getsemaní. Tras la crucifixión de Jesús, Pedro se convirtió en una de las figuras prominentes de la primitiva comunidad cristiana, dirigiendo a los discípulos y predicando el evangelio de Jesucristo.
Andrés: el primer discípulo
Andrés era hermano de Pedro y también fue llamado por Jesús para unirse a él en su misión. Al igual que su hermano, Andrés era pescador. De hecho, Andrés fue quien presentó a Pedro a Jesús, lo que le convirtió en el primer discípulo y en un eslabón esencial en la formación del círculo íntimo de Jesús.
Aunque Andrés no se menciona con tanta frecuencia como Pedro en los Evangelios, tuvo sus propias contribuciones significativas a la fe. Según la tradición, Andrés se convirtió en un entusiasta predicador del Evangelio y se cree que viajó a regiones como Escitia (la actual Ucrania) y Grecia, difundiendo el mensaje de Jesús.
Jamás: El celoso
Jacobo, también conocido como Santiago el Mayor, era hermano de Juan e hijo de Zebedeo. Santiago fue un ferviente discípulo de Jesús y formó parte de su círculo íntimo, junto con Pedro y Juan. Fue testigo de varios acontecimientos significativos, como la Transfiguración y la resurrección de la hija de Jairo.
Jacobo era conocido por su naturaleza celosa y, en ocasiones, pidió a Jesús puestos de honor y autoridad en el reino. Sin embargo, Jesús le enseñó la humildad y el desinterés.
Tras la muerte de Jesús, Santiago siguió desempeñando un papel destacado en la primitiva comunidad cristiana. Fue el primer apóstol martirizado, ejecutado por Herodes Agripa I en Jerusalén.
Juan: el discípulo amado
Juan, a menudo llamado Juan el Evangelista o el Discípulo Amado, tenía una relación especial con Jesús. Juan era hermano de Santiago, y se les conocía como los «hijos del trueno» debido a su fogosa personalidad.
Juan formaba parte del círculo íntimo de Jesús y se cree que fue el único apóstol presente en la crucifixión. Según la tradición, Jesús confió el cuidado de su madre, María, a Juan, señal de la profunda confianza y afecto que compartían.
Se atribuye a Juan la redacción del cuarto Evangelio, conocido como Evangelio de Juan, tres Epístolas (1 Juan, 2 Juan y 3 Juan) y el Libro del Apocalipsis. Sus escritos aportan valiosas ideas sobre la vida y las enseñanzas de Jesús.
Conclusión
Los nombres de los cuatro primeros apóstoles elegidos por Jesús fueron Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Estos individuos desempeñaron papeles fundamentales en la primitiva comunidad cristiana, difundiendo las enseñanzas de Jesús y estableciendo los cimientos de la Iglesia. Su fe y compromiso inquebrantables han servido de inspiración a los creyentes de toda la historia y siguen dando forma al cristianismo actual.