¿Qué le dijo Jesús a Dios?

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Los creyentes consideran a Jesucristo, la figura central del cristianismo, el Hijo de Dios y el Mesías que vino a la Tierra para ofrecer la salvación a la humanidad. A lo largo de su ministerio terrenal, Jesús mantuvo una relación profunda e íntima con Dios, su Padre Celestial. En los Evangelios, hay varios casos en los que consta que Jesús habló directamente con Dios, lo que permite comprender su conexión divina.

Palabras de Jesús a Dios: Una confirmación de su naturaleza divina

Cuando Jesús hablaba con Dios, a menudo se refería a él como su Padre. Esta alocución no sólo indicaba su relación familiar, sino que también implicaba la divinidad de Jesús. Los Evangelios presentan a Jesús como el Hijo de Dios, igual a Dios en esencia y naturaleza. Sus palabras a Dios afirman su identidad divina y refuerzan su misión en la Tierra.

Jesús dijo: «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10:30). Esta afirmación pone de relieve la unidad inseparable entre Jesús y Dios. Sugiere que Jesús y Dios comparten la misma esencia, conocimiento y autoridad.

Además, la comunicación de Jesús con Dios demuestra su dependencia de Él y su deseo de cumplir la voluntad de Dios en la Tierra. En el huerto de Getsemaní, Jesús oró: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa.» (Mateo 26:39) Esta sentida súplica muestra la humanidad de Jesús y su voluntad de someterse al plan de Dios, aunque ello supusiera soportar un sufrimiento inimaginable.

Las palabras de Jesús a Dios: Una expresión de intimidad y confianza

Aunque Jesús reconoció su unidad con Dios, también mostró un profundo sentido de intimidad y confianza en su relación. En Juan 11:41-42, antes de resucitar a Lázaro de entre los muertos, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado.» Esto demuestra la confianza de Jesús en que Dios escucha y responde a sus oraciones.

Además, en Lucas 23:46, mientras era crucificado, Jesús gritó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu«.» Esta profunda declaración revela la confianza inquebrantable de Jesús en Dios, incluso ante el dolor atroz y la muerte inminente.

El propósito de las conversaciones de Jesús con Dios

Las palabras de Jesús a Dios tienen varios propósitos. En primer lugar, revelan la obediencia de Jesús a la voluntad de Dios. En Juan 6:38, Jesús dijo: «Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.«. Jesús vio su ministerio en la Tierra como el cumplimiento del plan de Dios de llevar la salvación a la humanidad.

En segundo lugar, las conversaciones de Jesús con Dios ejemplifican la importancia de la oración en la vida de un creyente. Jesús se retiraba con frecuencia a lugares solitarios para orar, subrayando la importancia de buscar la comunión con Dios. En Lucas 5:16, se menciona: «Pero él se retiraba a lugares desiertos y oraba.» Esta práctica de comunicación íntima con Dios sirve de ejemplo para que los creyentes cultiven su propia relación con Dios a través de la oración.

Las palabras de Jesús a Dios: Un modelo para los creyentes

En el Padrenuestro, Jesús enseñó a sus discípulos a rezar, diciendo: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.» (Mateo 6:9) Esta oración encierra la esencia de las propias conversaciones de Jesús con Dios: reconocer la santidad de Dios, someterse a Su voluntad y buscar Su provisión y guía.

Como creyentes, seguir el modelo de oración de Jesús es esencial para desarrollar una relación profunda y significativa con Dios. Del mismo modo que Jesús confió en Dios para obtener fuerza, guía y provisión, nosotros también podemos encontrar consuelo y seguridad en nuestras conversaciones con el Padre Celestial.

La importancia de las palabras de Jesús a Dios

Las conversaciones grabadas entre Jesús y Dios proporcionan una visión inestimable de la naturaleza de la relación de Jesús con Dios. Afirman la naturaleza divina de Jesús, destacan su obediencia a la voluntad de Dios y sirven de modelo a imitar por los creyentes.

Al observar y comprender las palabras que Jesús dirigió a Dios, los creyentes pueden profundizar en su propia relación con Dios, encontrando consuelo, guía y confianza en sus oraciones. Mediante la oración, los creyentes pueden experimentar la misma intimidad y confianza que definían la conexión de Jesús con Dios, lo que les permite acercarse más a Él y crecer en su fe.

En conclusión, las conversaciones de Jesús con Dios revelan no sólo su naturaleza divina, sino también su obediencia, confianza e intimidad con el Padre. Estas interacciones sirven de modelo para que los creyentes desarrollen su propia relación con Dios a través de la oración y, en última instancia, se acerquen más a Él y alineen sus vidas con Su voluntad divina.

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